Vuelve, siempre retorna de tus viajes espirituales, porque extrañaría tanto saber de tus historias y odiaría solo escucharte entre el viento.

Vuelve en cuanto puedas y cuando te plazca pero regresa a tu cuerpo que tibio te espera. Porque aunque pudiera encontrarte en el canto de los colibríes, en alguna mancha lunar o en un susurro, no sería lo mismo. Extrañaría tu fuerte aletear a milésimas de segundo, la luz del faro lunar me cegaría y no habría más cantos en tono de sol.

Vuelve cuando puedas, que no hay prisa por llegar porque siempre habrá un sitio donde podrás descansar. Regresa a darle luz a tus ojos, calor a tus manos, regresa a tu cuerpo delgado y lleno de escamas, regresa siempre que salgas, y cuando te vayas deja siempre la puerta abierta que unos ojos de gato te esperan.

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