o.k, aquí estamos, otra vez al borde de no se qué cosa, pero estamos, como siempre sin palabras ante preguntas inexistentes. Quiero escribir de algo que no sea esto, pero como empezar una historia llena de nuevas ideas, si la única que ronda como zumbido de insecto en el oído a media noche, es esta.

Te veo sentado de espalda a mí y en tu camisa gris literalmente hay un mensaje que dice: “you don´t want me”, así o más claro está, para mí lo está, como está esta cama, la música en un cuarto verde con la luz un tanto escasa, pero no es eso lo que hace más evidente el mensaje de tu espalda, sino el recuerdo del silencio, porque ahora es tan fuerte y doloroso, que prefiero verlo como parte de un pasado relativo.

-Ey, tu, si me escuchas?, nop, al parecer aún nuestra comunicación telepática está por los suelos y no no me escucha. A lo que suspiro con un dejo de libertad de pensar todo lo que se me antoje de ti, sin que me escuches. Porque he de pensar muchas cosas como que te extraviaste en mi camino, viste luz y te me fuiste, pero tu cuerpo se quedó, para necesitarme, para recibir la dosis de calor necesaria que requiere para no estar en el bajo fondo.

Bueno y ahora si, lo importante:

Hace tiempo que te fuiste, ahora por más tiempo que la vez pasada, con un poco más de silencio de mi parte para ti, por la hazaña de jugar a la heroína que salva siempre la distancia para darle vida a la libertad. Hazaña, repetida un par de veces con más de un personaje. Ya no te quise esperar esta vez, así que me entregué sin requerir entrega a una venta de espejitos. Yo los compré, ni tan alto el precio, pero costosos al final. Y bueno, ya que me di cuenta, después de haber mandado muy lejos las ilusiones y todo lo que le sigue, fui a comprobar por última vez que era lo que quedaba y me quedaba nada.

Nada, si, esa nada que al parecer también lo es todo, una NADA pintada de colores insaciables y despeinada por un viento que solo hace que los matices se entremezclen al final del papel. Pero siempre queda el recuerdo por ahí, para darle pa´rriba, para hurgar hasta en lo más profundo, para desahogarte de un mal amor, a ese que le puedes llamar siempre corazón, ay, ay y como dueles al final!

Pues así, con esa nada despintada de los labios, te volví a buscar, te tenté con mis palabras, los eslabones más preciados de nuestra relación, y caímos otra vez, si otra vez. Caímos en el juego de sentir que es hora de vernos, de extrañarnos por un tiempo cada vez más corto y cada vez.

Soy quien se lava las manos cada que puede, que camina entre verdes y azules, que tiene sabor a hierba fresca en las manos y cambia de nombres cada que la circunstancia lo amerita, por eso es difícil referirse a mí como una mujer, un ave, una niña, un pez. Soy quien canta sin saberse la letra de las canciones, hago del lugar algo mío. Meticulosa en el desamor que borro cualquier huella tan pronto como sea necesario. Cuando rio prefiero que sea a carcajadas, me gusta el tacto de los pies desnudos, mis caderas son como olas de la playa conejos, mi cabello la tarde de invierno en que la noche se alejó lo más que pudo. En mi saliva germinan flores espinosas para resguardar la blanda y tibia piel que la sostiene. He caminado mucho, que quizá no me alcanzan las palabras para decir cuánto he andado y por qué caminos. Prefiero los fantasmas amables, la música suave, los sonidos naturales. Estoy intentando cuidar algunas plantas, algunas crecen y traen flores, otras son muy serias y no me dicen nada. Por primera vez, tengo cautela en lo que digo, nuevo forastero en mi camino, permítame presentarme, a usted, que llegó sin aviso…

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