Regresar al asfalto con todavía destellos de cristales boscosos y fragmentos de suelos marinos, me golpearon como fuerza centrífuga, en medio de una furiosa ciudad sedienta de hastió y podredumbre, como libélula perdida entre la pestilencia de cloacas, retorné a la realidad de muchos que no comparto y que he decidido no compartir, ¿cómo emprender la fuga? En tanto sucede, me quedo con cielos imaginados por Dalí y ventanas en el horizonte de las montañas.


Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos, con furia, con olvido, paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia, y patios donde hay ropas colgadas de un alambre: Calzoncillos, toallas y camisas que lloran lentas lágrimas sucias.
Pablo Neruda, Walking Around.


Para quien nació con la necesidad de escribir y expresarse, la fuga precisa a los momentos de comulgación monotona y real que asfixia a quien paga por el camino que ha elegido vivir.

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