“Martes 13 de octubre, República de Argentina, visitante 1300524 de la web y al entrar su voz como bienvenida, fuerte y con nostalgia nos dice que no le teme a la muerte ritual, solo morir, verse borrar, una historia, una historia y Mercedes sigue cantando, venciendo el olvido, hoy como ayer, siempre llegando, volviendo con su voz.”


Caminamos pocas cuadras desde la calle piedras hasta tacuarí para tomar el autobús número 158 que nos dejaría exactamente a una calle del teatro Venus, uno de los más antiguos del centro de Buenos Aires. Para ser viernes en la noche, las calles parecían desiertas, tal vez la lluvia, que había dejado charcos reflejantes sobre las banquetas, había sido la causante de tanta soledad.

Sin parecer monumental, el teatro Venus, se levantaba como un edificio igual que los demás, con una entrada sencilla, donde la fila se armaba desordenada como una víbora multicolor, armada de abrigos, gabardinas y camperas. Las puertas aún no se abrían y los medios eran pocos para esperar la llegada de la cantante, que al arribar provocó un movimiento estrepitoso.

Poco a poco la víbora se fue disolviendo al interior de un teatro azul en su totalidad, los asientos al igual que los palcos, las alfombras, las paredes y el telón, me daban la impresión de estar en un cielo sobrepuesto en la tierra. Era una gran sorpresa no encontrar el típico rojo de los teatros, lo cual me anunciaba un concierto sin igual.

En el exterior, dos eventos masivos se realizaban al mismo tiempo: estadio del River, el regreso de Soda Estéreo, cantaría la ciudad de la furia para corear Buenos Aires se levanta y en la plaza de obelisco y la calle de mayo, un concierto gratuito de un cantante nuevo producto de la mercadotecnia, abarrotaba las calles. Sin embargo, un teatro azul esperaba con paciencia la presencia de un folklore lleno de sol en medio de una noche estrellada.

Se abrieron las cortinas, y su voz cantaba “ay este azul” musicalizando golondrinas, flores, breves instantes y pequeñas cosas, en el azul del teatro se desprendía un azul muy profundo del corazón, las luces bajando en cada nota su intensidad, dejaron a Mercedes enredada en los cientos de ojos que la miraban enmudecidos ante una belleza que se desprendía en notas de fa.

Los aplausos rebotaban en el cielo raso y como si se bebiera el mate de la tarde, La negra, interrumpía con su plática plácida entre canción y canción, explicando los momentos y las encomiendas de Jujuy, Tucumán, Méndoza, Rosario y otras provincias de la República Argentina.

Sentada y casi sin movimiento, desperdigó en todos un gran sentimiento latinoamericano, al escuchar, tierra luz, sin embargo se sentía una gran despedida, su concierto se terminaba, cantando gracias a la vida, dando gracias a todos por haber estado, por seguir dejándola compartir su corazón.

Con el sonido de las guitarras y con su voz en alto, el telón cerró despacio. La gente se levantaba de sus asientos para aplaudir de pie, para pedirle que volviera a romper con su voz el eco del teatro. Y Mercedes salió para seguir sembrando el sol y la flor, en nuestros recuerdos.

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