Con qué tersa dulzura me levanta del lecho en que soñaba profundas plantaciones perfumadas,
me pasea los dedos por la piel y me dibuja en el espacio, en vilo, hasta que el beso se posa curvo y recurrente
para que a fuego lento empiece la danza cadenciosa de la hoguera tejiédose en ráfagas, en hélices, ir y venir de un huracán de humo-
(¿Por qué, después,lo que queda de mí es sólo un anegarse entre las cenizas sin un adiós, sin nada más que el gesto de liberar las manos?
Julio Cortazar
Hace mucho, un hombre me preguntó de manera discreta (para saber si se podía acercar a mi) si me encontraba enamorada o en desamor, ambas le contesté. Era increíble que el amor me llegara en diversas formas y al mismo tiempo me despidiera de muchas otras, vivirlo a diario. Pero qué era eso de Amor, desgastarse afortunadamente o desafortunadamente ante las explosiones sangrientas del cuerpo, contener el calor y soltarlo poco a poco, caricia a caricia, o estar en un jardín mágico, rodeada de palabras falsas para conseguir besos rápidos o dar besos rápidos llenos de falsas esperanzas, ¿eso es amor? tantas versiones, tantas formas y al final seguimos siendo humanos, esos que no comprenden ese tipo de cosas y que se complican al tener sensaciones e intentar contenerlas, que gustan de explicaciones lógicas ante algo que no tiene medida ni forma. Por eso como diría la canción Me cago en el amor y me cago bien, porque me estorba el desgaste y la mirada cansada, me desgata la pretención que hay entre dos para obtener el poder y la soberbia que crece cuando la respuesta no es la esperada. Por eso yo pretendo escuchar el canto de las ballenas y evocar los sueños de conmemoraciones fantasmales, caminar rosando las nubes, tocando la hierba, disfrutando de la música sin pretención alguna más que la de ser. Ante esto el hombre que hizo la pregunta, me dió una palmada en la espalda como si fueramos amigos de antaño, dió la vuelta y se fué y yo pude seguir mi camino de hierba buena.